¿Cómo funciona la bolsa?

Las bolsas son simples mercados para las acciones de empresas individuales. Es el lugar de encuentro de compradores y vendedores para intercambiar acciones. En el pasado esto solía hacerse en persona en los parqués, pero con el tiempo la gran mayoría de compra y venta de acciones se lleva a cabo online a través de una red de bolsas reguladas, como la Bolsa de Nueva York, el Nasdaq y la Bolsa de Londres, entre otros.

Las empresas emiten acciones (títulos que dan derecho a una parte minúscula del negocio) para aumentar los fondos o a veces para que los fundadores puedan abandonar la empresa. El proceso de salida a bolsa se suele llamar Oferta pública inicial (OPI). Normalmente los inversores individuales no pueden comprar acciones hasta que se ha empezado a operar.

En ocasiones las empresas que ya cotizan en bolsa emiten acciones nuevas para recaudar más dinero, lo que puede reducir el precio de las acciones que ya están en el mercado. A veces se produce compra de bonos, cuando una empresa compra todas las acciones existentes para reducir el número de acciones y así poder aumentar el precio de las acciones restantes.

Las acciones operadas en bolsa cambian de mano constantemente ya que los inversores privados, los fondos soberanos, los fondos de inversión libre, los fondos de pensiones, los fondos mutuos y las empresas de capital privado compran y venden acciones en función de la información más actualizada de la que disponen. Esto crea un mercado y ofrece un precio de acción, que suele cotizar como el punto medio entre el precio de venta (bid), el precio más alto pagado por un comprador, y el precio de compra (ask), el precio más bajo aceptado por un vendedor.

¿Cuántos ingresos se pueden generar invirtiendo?

Lo primero que hay que tener en cuenta es que la inversión no es una calle de sentido único, sino que el valor de su inversión puede subir o bajar.

Con todo, el sentido de invertir es hacer aumentar el valor de sus activos a lo largo del tiempo. Hay dos formas de generar rentabilidad. La primera es mediante la revalorización de capital: el valor de las acciones aumenta con el tiempo y supera el coste inicial. La segunda es a través de dividendos: cuando una empresa devuelve dinero a sus accionistas procedente de los beneficios obtenidos.

Los dividendos son como los pagos de intereses en una cuenta de ahorros, solo que pueden ser más volátiles ya que el pago correspondiente es una decisión que depende de la empresa. Por ejemplo, en 2020 la pandemia del coronavirus ha hecho que un gran número de empresas suspendiera el pago de dividendos para proteger sus balances. Con todo, el FTSE 100 ha podido ofrecer a sus inversores una rentabilidad por dividendo de cerca de un 4%, lo cual es bastante más que el 0,1% del tipo base del Banco de Inglaterra.